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DIOS SE HACE PEQUEÑO PARA SERVIRNOS

«¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?
Meditación de Philippe Morizon Rubio
Jesús pareciera decirnos: Les he dado este ejemplo, para que hagan lo mismo entre ustedes. Lavar los pies no es solo un signo de humildad en el servicio. Lavar los pies tiene también un sentido de purificación: para luchar contra el pecado y perfeccionarnos en el amor necesitamos de la ayuda de otros. Necesitamos lavar y ser lavados. Un acto de compasión con mi hermano o una buena corrección fraterna, son formas de lavar los pies, y no son otra cosa que el reflejo de la misericordia purificadora de nuestro Padre con sus hijos.
Siempre que escucho este Evangelio me conmuevo por la actitud de Jesús, que siendo Dios se hace pequeño para servirnos. Pero también me pongo en los pies de Pedro y pienso como los cristianos estamos llamados no solo a entregar amor, sino también recibirlo. Y esto a veces puede ser más difícil: Tal como en la liturgia me da pudor cuando me lavan los pies, dejarme corregir por otro o dejarme ayudar de verdad, significa reconocer mi pequeñez frente a Dios y a mi hermano.
Señor Jesús, en la víspera de tu pasión te doy gracias por regalarnos un signo tan precioso como el lavado de los pies. Bendito y alabado seas porque siendo Dios te hiciste el más pequeño entre los hombres, realizando en plenitud la voluntad del Padre. Te pido la gracia de asemejarme a ti en el servicio dedicado en mi vida diaria, y en la humildad para reconocerme tal como soy frente a Dios y a mis hermanos. Te lo pido por intercesión de María, servidora silenciosa y compañera en tu pasión.
AMÉN

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