
27 AÑOS DE LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN

Estuve ahí…
Por Víctor Rey R


Hacer el viaje en tren, partiendo desde Bruselas, pasando por Liege, Aachen, Koln, Hannover y llegando a Berlín de noche a la oscura estación, ha sido para mí una de las experiencias más ricas de encontrarme con la historia contemporánea. Salí caminando de la estación para acercarme al hotel donde se realizaría el seminario. Cruzar el rio Spree a esa hora fue algo sobrecogedor.

El 9 de noviembre de 1989, la gente de la Alemania Oriental ocupada tomó el control de su destino cuando literalmente derribaron a martillazos el Muro de Berlín. Sucedió gracias a la presión de una muchedumbre que se movilizo en la búsqueda de la libertad. La caída del muro de Berlín se transformó en el símbolo del fracaso y posterior desmantelamiento del régimen socialista instaurado por los soviéticos.
Es difícil revivir el drama apasionante de ese periodo en la Europa de hace 25 años.

Pero el drama fue más intenso en Alemania Oriental y Occidental, el epicentro de la Guerra Fría.
Desde el 13 de agosto de 1961, cuando Alemania Oriental erigió la terrible barrera que separó a Berlín Oriental de Berlín Occidental y de Alemania Oriental, el muro se volvió el temido símbolo del aislamiento y la desesperanza.

Entonces, el 9 de octubre de 1989, más de 7.000 alemanes orientales se reunieron afuera de la iglesia Nikolai en Leipzig; llevaban velas que simbolizaban la paz y coreaban: wir sind das Volk! (¡somos el pueblo!).
A las manifestaciones siguieron protestas cada vez mayores, en Leipzig y en toda Alemania Oriental. Precisamente un mes después, cayó el Muro de Berlín.
El doble muro de concreto de más de tres metros de altura y de más de 150 kilómetros de extensión es en sí mismo un testimonio de las locuras que puede llevar el totalitarismo. Su construcción se inició en agosto de 1961, después que 3,5 millones de alemanes emigraron del país. Se hizo bajo la excusa de que se construía para evitar el ataque de la Alemania Occidental.

En Chile el año anterior habíamos derrotado en un plebiscito la dictadura de Pinochet y veíamos como una señal de los tiempos lo que veíamos a través de la televisión en Alemania y luego en el resto de Europa de Este. Era la lucha por la libertad que se daba en todo el mundo y atisbábamos que era el inicio de una nueva época, de una nueva era de una nueva civilización para la humanidad. Por eso creo que la historia contemporánea se divide en un ante y un después de la Caída del Muro de Berlín. Doy gracias por el privilegio que he tenido de ser un testigo privilegiado de ese hecho histórico que pude ver en directo y por la televisión.

Ese momento mágico es un recordatorio para toda la gente de todo el mundo, para los que vivían entonces, para los que viven ahora y para quienes vivirán en el futuro. La tiranía no puede suprimir la voluntad de quienes ansían la libertad y desean una vida mejor para sí y para sus hijos.
Las palabras del Papa Francisco en el aniversario de estos 25 años rezando el Angelus en la Plaza de San Pedro son la mejor lección que podemos aprender de este hecho histórico que ha marcado a la humanidad: “Que caigan todos los muros que todavía dividen al mundo y que exista una cultura del encuentro. Que no vuelva a suceder que personas inocentes sean perseguidas y asesinadas a causa de sus creencias o religión. Donde hay un muro hay una clausura del corazón. Sirven puentes y no muros.”