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EL MAR QUE LLAMA… Y DEBO EMBARCARME

EL MAR QUE  LLAMA… Y DEBO EMBARCARME
De: «El Profeta. Khalil Gibran
 Almustafá,
el elegido y bienamado, el que era un amanecer en su propio día, había esperado doce años en la ciudad de Orfalese la vuelta del barco que debía devolverlo a
su isla natal.
A los doce años, en el séptimo día de Yeleol, el mes de las cosechas, subió a la colina, más allá de los muros de la ciudad, y contempló él mar. Y vio su barco llegando con la bruma.
 
Se abrieron, entonces, de par en par las puertas de su corazón y su alegría voló sobre el océano. Cerró los ojos y oró en los silencios de su alma.
 
Sin embargo, al descender de la colina, cayó sobre él una profunda
tristeza, y pensó así, en su corazón.
¿Cómo podría partir en paz y sin pena?
No; no abandonaré esta ciudad sin una herida en el alma.
Largos fueron los días de dolor que pasé entre sus muros y largas fueron
las noches de soledad y, ¿quién puede separarse sin pena de su soledad y su
dolor?
Demasiados fragmentos de mi espíritu he esparcido por estas calles y son
muchos los hijos de mi anhelo que marchan desnudos entre las colinas. No puedo abandonarlos sin aflicción y sin pena.

 No es una túnica la que me quito hoy, sino mi propia piel, que desgarrocon mis propias manos.

Y no es un pensamiento el que dejo, sino un corazón, endulzado por el hambre y la sed.
Pero, no puedo detenerme más.
El mar, que llama todas las cosas a su seno, me llama y debo embarcarme.
Porque el quedarse, aunque las horas ardan en la noche, es congelarse y
cristalizarse y ser ceñido por un molde. Desearía llevar conmigo todo lo de
aquí, pero, ¿cómo lo haré?….

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